Artículo publicado en “elDiario.es” edición de Sevilla el 10 de julio de 2023.
“La tumba romana del siglo I localizada en Carmona (Sevilla) que hace varias semanas reveló que el Imperio romano olía pachulí aún escondía algún secreto más. En este misma tumba, en la que el equipo de investigación FQM346 de la Universidad de Córdoba (UCO), dirigido por el catedrático de Química Orgánica José Rafael Ruiz Arrebola, logró “identificar y caracterizar” un perfume con más de 2000 años de antigüedad, contenía, además, un pequeño tesoro: tres piedras preciosas, posiblemente las cuentas de un collar de la mujer enterrada en el mausoleo familiar excavado por el arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Carmona, Juan Manuel Román.
De nuevo, Ruiz Arrebola, junto a los investigadores de la UCO
Daniel Cosano, Dolores Esquivel y Fernando Lafont han utilizado la química
orgánica y la más avanzada tecnología de análisis para caracterizar restos
patrimoniales y ofrecer a historiadores y conservadores información útil para profundizar
en el conocimiento sobre los usos funerarios de la Antigua Roma, ha detallado
la Universidad cordobesa en una nota de prensa.
Según publican en la revista
'Vibrational Spectroscopy', el reto de este trabajo estuvo en confirmar que
aquellas joyas eran ámbar y poder determinar el origen del mismo en el Mar
Báltico, gracias a la espectroscopia infrarroja. El equipo de investigación de
la UCO ha comprobado que las joyas fueron conservadas en una pequeña bolsa
hecha probablemente de lino, al identificar restos de celulosa junto a las
piedras.
La metodología es conocida desde principios de los años noventa, si bien la complejidad de los espectros infrarrojos para el ámbar requiere la comparación con los de otros especímenes para asegurar una identificación precisa, ha aclarado la UCO en su comunicado. El ámbar, considerada una piedra semipreciosa, es el fruto de la fosilización de restos orgánicos de resinas y otros materiales (en ocasiones insectos), al que la Humanidad lleva otorgándole propiedades mágicas y curativas desde hace miles de años.
Roma creó, de hecho, una calzada que unía el Mar
Báltico con la capital del Imperio para garantizar la seguridad de esta ruta
comercial, existente desde la Prehistoria. De hecho, estas piedras han
acompañado al ser humano en vida desde el Neolítico, y como se puede comprobar
en el caso de la ciudadana romana de Carmona, en la muerte.”