El ejército romano fue siempre un ejército terrestre. Pero
al tener que enfrentarse con enemigos con fuerzas navales importantes, tuvo que
adaptarse a estas circunstancias hasta llegar a ser superiores en el mar como
lo eran en tierra firme.
La armada romana fue transformando sus soldados de
legionarios a Classici milites, una suerte de Infantería de Marina. Estos
además de tener el mismo entrenamiento que los legionarios, debían adaptarse al
combate en el mar. Estos milites debían saber nadar, entrenarse a las tácticas
de abordaje de naves así como trepar por los cascos de las naves, de los
aparejos y mástiles.
Tenían un uniforme especifico adaptado al medio donde tenían que combatir. Los cascos más amplios y con “cubrenucas”, obviaban las carrilleras para tener mejor visión en el combate cuerpo a cuerpo. No llevaban armadura para tener mayor agilidad y evitar hundirse en caso de caer al mar. En cambio, llevaban una especie de capote que se puede apreciar en los relieves adjuntos. El armamento individual eran el
gladius y el
scutum legionario, pero llevaban así mismo una lanza más corta y ligera que el
pilum y que era recuperable.
Su ámbito de actuación fue tanto en el mar (Mediterraneo, golfo de Vizcaya, mar del Norte, etc.) como en los distintos ríos de las provincias (Rín, Ródano, Danubio).