Ánforas del Museo Arqueológico de San Pedro del Pinatar
Artículo de María José
Moreno, publicado el 8 de diciembre 2020 en el suplemento “Ababol” del
periódico “La Verdad”. Gracias a mi amigo Joaquín Salmerón por señalármelo.
Alejandro Quevedo es
investigador en Arqueología del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e
Innovación en la Universidad de Murcia y ha desarrollado una investigación
pionera en Estados Unidos gracias a una estancia del Programa Regional de
Movilidad, Colaboración e Intercambio de Conocimiento 'Jiménez de la Espada' de
la Fundación Séneca.
«Gracias a la intensa actividad de campo que
he podido desarrollar en el extranjero en los últimos años mi percepción es que
la ausencia de esas piezas en las publicaciones de los países de nuestro
entorno no es real, sino que responde a un problema de identificación», expone.
El investigador ha llevado a cabo el proyecto 'Nuevas metodologías
para el estudio la economía del Sureste en época romana. Ánforas:
caracterización tipológico-arqueométrica y análisis orgánico de contenidos' en
el 'Berkeley Roman Material Culture Laboratory', perteneciente a la Universidad
de Berkeley, California; uno de los centros de investigación más prestigiosos a
nivel internacional. En la actualidad ocupa el quinto lugar en el ranking de
Shangái, está considerada como la primera universidad pública de Estados Unidos
y entre sus egresados se cuentan más de un centenar de premios Nobel de distintas
disciplinas científicas.
«Mi investigación –explica– se centra en el estudio de las ánforas producidas en el litoral de la Región de Murcia en los últimos siglos del Imperio Romano. En la Antigüedad, los excedentes del campo y los derivados de la pesca se distribuían en ánforas, envases cerámicos destinados al transporte marítimo. Su preservación en el registro arqueológico las convierte en una fuente de información excepcional para comprender las dinámicas productivas y comerciales de época romana. Se trata de un estudio de corte pluridisciplinar en el que trabajo junto a especialistas en otras materias, ya sea para caracterizar la arcilla de los recipientes (arqueometría) como para analizar los restos de contenido (química, arqueozoología)».
El objetivo de este trabajo es renovar la visión que existe sobre
las dinámicas comerciales de la Hispania romana mediante la identificación y
caracterización de las producciones anfóricas del Sureste peninsular.
Comprender qué exportaba nuestro territorio y qué impacto tuvo esta actividad a
escala imperial en el sistema económico. Uno de los principales interrogantes a
los que la investigación de Quevedo pretende dar respuesta es el problema de la
difusión de estos recipientes, considerada tradicionalmente escasa y limitada a
un ámbito meramente regional.
«Gracias a una investigación coral junto a otros especialistas y utilizando datos estratigráficos inéditos he podido demostrar, entre otras cuestiones, que las ánforas producidas en el territorio que ocupa actualmente la Región de Murcia se distribuyeron ampliamente por el Mediterráneo occidental, en puntos tan dispares como la Galia o Túnez. Además, estamos empezando a matizar qué tipo de alimentos se comercializaron. En Águilas, por ejemplo, gracias al análisis de paleocontenidos ahora sabemos que en época tardía se fabricaban salsas de pescado compuestas mayoritariamente por sardinas (Sardinella pilchardus), aunque también explotaban otras especies con escaso valor comercial hoy día como la boga (Boops boops), la salpa (Sarpa salpa) y la chucla (Spicara maena)», asegura.
Los resultados van a permitir rebatir un viejo paradigma
historiográfico o, dicho de otro modo, gracias a ellos, se va a poder observar
y reinterpretar nuestra Historia bajo un nuevo enfoque. Según Alejandro
Quevedo, «el inesperado impacto y difusión de las mencionadas ánforas, de
próxima publicación en el 'American Journal of Archaeology', abre un horizonte
en el que es necesario profundizar mediante un proyecto, inserto en la línea de
Ciencia en la Arqueología que promueve el grupo de investigación iArqUm, que
intenta responder a preguntas como quiénes eran los actores que participaban de
estas transacciones y cómo se articulaban los intercambios con las distintas
provincias. De especial importancia es el estudio de las estrechas relaciones
con el norte de África, mercado predilecto de nuestras costas entre época
púnica y bizantina».
La importancia de este trabajo radica en tres aspectos principales: por un lado, la investigación ayuda a comprender cómo se organizó el territorio en los últimos siglos del Imperio Romano y cuáles eran las principales actividades de las que vivían nuestros antepasados. En segundo lugar, completa un vacío de conocimiento para el Sureste peninsular sobre la base de una documentación inédita y apenas utilizada hasta la fecha: la cerámica. Y por último, es una aportación que trasciende mucho más allá del ámbito local.
En palabras del investigador de la UMU: «Por poner un ejemplo,
identificar y cuantificar ánforas producidas en Mazarrón en contextos de Roma
ayuda a los colegas italianos a comprender mejor el consumo de alimentos en la
capital pero, al mismo tiempo, la datación de sus excavaciones nos permite saber
con mayor exactitud en qué época se encontraban activos nuestros centros. Es un
análisis bidireccional que repercute y modifica positivamente tanto los
trabajos de nuestros colegas en el extranjero como los nuestros propios».
La estancia en Berkeley ha permitido a Quevedo diseñar y
desarrollar otros proyectos que co-dirije actualmente como el de la excavación
de la isla del Fraile (Águilas), un yacimiento excepcional para la historia
económica del Sureste, o el estudio del litoral de Tipasa, una ciudad romana de
Argelia declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además, ha podido
profundizar en el análisis de otros aspectos vinculados con el comercio
anfórico, como el uso de unas singulares etiquetas de plomo decoradas que se
colocaban en las asas, recientemente publicado en el 'International Journal of
Nautical Archaeology'.”