Artículo de Mar I. León, publicado en el periódico “La Opinión” el pasado 7 de febrero de 2021.
La historia de esta villa, que es de las
más importantes y mejor conservadas de la Región, es de altibajos y por ello
todavía no se ha terminado de excavar.
Según los expertos, las razones que han
paralizado las investigaciones son la falta de financiación pública por las diversas crisis
económicas, que no es una de las prioridades arqueológicas del Ayuntamiento de Cartagena por su
lejanía e incluso factores humanos como la defunción de uno de los arqueólogos que intervino en
el yacimiento en 1988.
Tras años de numerosos hallazgos y escasa
financiación, en 2018 la Dirección General de Bienes Culturales dotó con 30.000 euros el proyecto de
intervención en el yacimiento, liderado por Alicia Fernández del área de
Arqueología de la Universidad de Murcia (UM), que se planteó en una triple
vertiente: histórico-arqueológica de recuperación, de conservación y de
difusión de los resultados.
Arqueólogos de la UM llevan desde finales
de 2020 y principios de 2021 haciendo trabajo de campo enfocado en la recuperación de la villa.
«Hemos retirado la terrera que había desde 2007 y realizado algunas
mejoras que requería el yacimiento para su futura (esperemos que a corto plazo) puesta en valor», explica Alicia Fernández, líder del
proyecto.
«Hemos retirado la terrera que había desde 2007 y
realizado algunas mejoras que requería el yacimiento para su futura (esperemos
que a corto plazo) puesta en valor»,
explica Alicia Fernández, líder del proyecto.
«Con las ayudas podemos hacer analíticas en el laboratorio y este año hemos
podido terminar de excavar lo del año pasado y dos
habitaciones más», añade.
A pesar de la actual crisis
sanitaria por la que temen los arqueólogos que se vuelvan a paralizar los
avances de este yacimiento, el Gobierno regional tiene previsto una
partida de 29.000 euros para proseguir este año 2021 con la
eliminación de terreras y la redacción de un proyecto de cubierta con para
asegurar su necesaria protección. Todo esto con vistas a una futura adecuación
para hacer posible su visita por el público.
Por los numerosos elementos
decorativos y domésticos encontrados en esta villa, los expertos anuncian que
es de época tardo-republicana y que estuvo
en uso desde el siglo I a. C hasta la primera mitad del siglo III d. C.
Antes de saber de su
existencia, el yacimiento fue parcialmente destruido para
la construcción de una carretera. Para sorpresa de los técnicos, la falta de
intervenciones e inversión no han influido en la buena conservación de
todos los objetos encontrados ni en la estructura de la vivienda.
Esta villa ha tenido varias funciones. En sus comienzos se utilizó para la explotación minera, por su proximidad con La
Unión, y agrícola, ya que las dos balsas encontradas eran para
la producción de esparto. Posteriormente, la villa fue reformada como espacio residencial y de ocio.
Además, que el material hallado
no sea de origen local, lleva a los investigadores a pensar que los diversos
propietarios eran romanos adinerados. Han encontrado
productos procedentes de todas partes del Mediterráneo, Asia Menor,
África, Turquía, entre otros.
En 1969 unos niños de Portmán encontraron restos de
teselas. Tras la excavación en ese año y el posterior, se encontró un triclinium con un mosaico de unos 50 metros
cuadrados, el más grandes de Murcia, y dos balsas
de 15 metros llenas de materiales como mármoles, cerámicas y pinturas que se
habían arrojado durante la construcción de la carretera.
Después de numerosas
excavaciones se calcula que su estructura y dimensiones son de casi una hectárea. Aunque no todas están completamente
excavadas, los
arqueólogos constatan que la villa tiene dos terrazas, varias escaleras, unos
corredores, dos balsas, un triclinium o comedor, dos cubitulas o habitaciones de doble altura, un lalario o zona de culto doméstico, un patio
porticado, un espacio para los esclavos y una zona de almacenamiento con otra
escalinata que lleva a las termas.”
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